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Kathrine Switzer. Quizás, a simple vista, no os suene su nombre. Pero tiene su propia entrada en la Wikipedia, y eso es síntoma de que algo importante pasa. Es, además, una merecida entrada, porque gracias a ella el trinomio ‘mujer-deporte-maratón’, que hoy es de lo más habitual, ha dejado de ‘chirriar’ en los oídos de muchos. Esta estadounidense marcó un hito deportivo desde el mismo momento en el que decidió dar rienda suelta a su pasión y labrarse un camino en un mundo, el de las carreras de fondo, dominado por deportistas masculinos. 
Kathrine Switzer en Madrid, esta semana. Foto: RTVE.

1967. Maratón de Boston. Kathrine Switzer se convertía en la primera mujer en correr una prueba de estas características –reservada a hombres- con dorsal. Sabía que la organización echaría por tierra su inscripción si utilizaba su nombre, y por eso formalizó su participación en la prueba con sus iniciales. Obtuvo el número 261. Con él atravesó la línea de meta cuatro horas y veinte minutos después de la salida. Fue una prueba de fuego. De hecho, uno de los comisarios de la carrera trató de detenerla cuando vio que bajo las siglas KV Switzer se escondía una mujer. Pero hizo frente a todos los obstáculos. 

 
Obvió las miradas de recelo. Corrió, corrió, corrió. Llegó a la meta, y con ello allanó el camino a las corredoras de todo el mundo que, como ella, tenían vetada hasta la fecha su participación en este tipo de pruebas. Esta misma semana la estadounidense ha visitado Madrid para recordar esta “insólita aventura que abrió el camino de las mujeres hacia la igualdad de participación en las pruebas de fondo”. También para presentar el maratón femenino que tendrá lugar en Palma de Mallorca el 30 de marzo de 2014. 
 
Conoce un poco más sobre la historia, y la proeza, de Kathrine Switzer en el siguiente vídeo:
Hoy nadie pone en duda la participación femenina en los maratones. Ellas, las corredoras, han aportado y mucho a este deporte. Y a buen seguro que, en cada pisada, tienen muy presente a Kathrine Switzer.
Un ejemplo de que las carreras, de montaña o sobre el asfalto, también son, sin lugar a duda, cosa de mujeres, es el de Núria Picas (Manresa, 1976), campeona del mundo de ultratrail. Su poderío deportivo es incuestionable. Lo demuestra su última ‘conquista’: la quinta edición de la ultratrail Cavalls del Vent, de 100 kilómetros y 13.320 metros de desnivel acumulado. Picas se hizo con el podio de la categoría femenina. Volvió a reinar en casa, y es que la atleta local sumó así su tercera victoria consecutiva en esta prueba, que transcurre por el Parc Natural del Cadí Moixeró y que ha reunido este año a más de mil participantes.
Cerramos el artículo de esta semana, dedicado al trimonio ‘mujer-deporte-maratón’ con un tercer ejemplo. Uno que nos pilla mucho más de cerca, seguramente porque ella, Josefina Albert, es vecina de Vilafranca, la localidad donde tiene su sede Shed Marks, nuestra tienda especializada en deporte de alta montaña.
Josefina Albert.

Josefina Albert también conoce a Kathrine Switzer: “He leído mucho sobre ella…no le dejaban correr, ¿no?”, aclara en la breve, pero interesante conversación telefónica que mantenemos para poder plasmar su historia en este artículo. Reconoce, hablando todavía de la estadounidense, que el de las carreras de montaña “sigue siendo un mundo de hombres, en una carrera normal, por cada 30 mujeres inscritas hay 200 hombres”, dice, pero afirma también que cada vez más la presencia de corredoras femeninas es mayor.

Josefina vive en Vilafranca, cumplió 50 años “este mismo lunes” –recuerda- y empezó a participar en carreras de fondo “cuando tenía por lo menos 35 años, aunque no recuerdo…”, reconoce, ente dudas. Sí tiene clara la edad que tenía cuando ganó la primera carrera fuera de Vilafranca: “Fue en Borriol, con 40 años; iba mi sobrino y me apunté con él”, explica en un intento –constante durante toda la entrevista- de restarle importancia a este triunfo. Y eso que acumula hasta 70 copas ganadas, y bien ganadas, en las carreras de montaña en las que ha participado, todas como líder en su categoría, “menos una que fue por quedar tercera veterana en la media maratón de Castellón”, matiza.

Insiste en que siempre ha amado el deporte: “esto –en alusión a lo de correr, y ganar por ello- no ha salido de la nada”, comenta entre risas. Primero practicó balonmano, también hizo bici, y desde hace un tiempo corre. Y lo hace porque le ayuda a sentirse mejor, pero sin obsesiones. Lo hace porque le apetece, insiste. Entrena siempre por la misma ruta: el Pla de Mosorro, acompañada por su marido o sola, si éste no se anima, “y nunca más de diez kilómetros, porque si no me hacen daño las rodillas…”.
“Mis planes de entrenamiento son sobre la marcha; lo hago cuando realmente me apetece. Ahora me he comprado una bici y no está nada mal….no tengo una obsesión por esto”, incide. Pero eso sí, añade: “Seguiré corriendo, porque me ayuda en mi trabajo y porque cuando llego a casa me siento mucho mejor; es mejor salir a correr que estar toda la tarde sentada en el sofá”. 
Este año ha participado en seis de las carreras que integran la Lliga Castelló Nord –entre ellas la Entreparets 2013, “porque hacer las ocho me resulta muy pesado”, vuelve a expresar con esa naturalidad, sencillez y humildad arrolladoras. Josefina es tenaz, y para muestra, el siguiente extracto de nuestra conversación:

– “En las seis carreras he quedado primera de mi categoría”.
– “Estarás orgullosa entonces?, le pregunto.
– “¿Orgullosa? –responde-, pues nunca acabo satisfecha del todo, porque miro el tiempo de la primera chica, no la edad, ni la categoría; comparo tiempos y si veo que la primera llega 20 minutos antes, no me quedo satisfecha, aunque tenga 20 años”.
Josefina Albert, en la última edición de la Entreparets,
donde quedó primera en la categoría Master Femenino.
No se marca retos obsesivos. Lo repite por activa y por pasiva. Porque dice que se mueve por el deseo que tiene en un momento determinado. Por eso, avisa: “Si tengo ganas igual me animo y voy a la maratón de Castellón, a principios de diciembre, pero lo decidiré el último día, igual que hice con la Castelló-Penyagolosa”, advierte, entre risas, segundos antes de colgar. Un placer.